Hot Line by Cathryn Fox

Hot Line by Cathryn Fox

autor:Cathryn Fox
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, Romántico
publicado: 2008-11-06T23:00:00+00:00


Capítulo 4

DESDE luego. En aquellas circunstancias, Dean sabía que debía tomar medidas drásticas. Al principio se sorprendió de que Jenna le hubiese pedido que apagase la luz antes de follar, pero después de evaluar su comportamiento hasta aquel momento y el modo en que había escondido su cuerpo en la oscuridad, comenzó a entenderlo todo.

La intuición le decía que, en apariencia, Jenna era una mujer valiente y segura de sí misma, pero que en realidad estaba plagada de inseguridades. Sabía exactamente lo que debía hacer para ayudarla a abrazar su sexualidad y demostrarle que además de lista era también sexy.

Mientras repasaba un poco más su extravagante plan, recorrió con la mirada a la mujer que tenía delante. La verdad era que Jenna tenía un cuerpo que parecía sacado de una fantasía erótica. Lo sabía de primera mano. Y sus manos estaban llenas de callos que lo demostraban. Entonces,

¿por qué motivo escondía su feminidad?

No estaba seguro, pero había planeado llegar hasta el fondo del asunto y acabar con sus dudas y su timidez También había planeado ayudarla a descubrir y aceptar otra de sus facetas, una faceta muy sexy de la que se había dado cuenta mientras se la follaba con las manos, la boca y la lengua.

La cogió de la mano y la puso de pie. El cuerpo de Jenna chocó contra el suyo. Mientras deslizaba los dedos por su pelo, Dean ladeó la cabeza y se humedeció los labios. La lujuria le golpeó como una descarga eléctrica de alto voltaje que le sugería que apagase la luz, se metiese con ella en la cama y se la follase de una vez por todas. Se obligó rápidamente a dejar sus deseos de lado y se dio un momento para retomar la compostura; se negaba a que la lujuria dictase sus acciones. Tenía otros planes más importantes entre manos.

Se echó hacia atrás y se metió las manos en los bolsillos. Era el momento de demostrarle a aquella atractiva mujer lo deseable que era. Con la cabeza señaló el salto de cama rojo.

—Venga, prepárate.

Una vez que Jenna se hubo puesto unos téjanos y una blusa que escondía la lencería, la cogió de la mano y la guio a través de la casa. El silencio reinaba entre ellos mientras se dirigían al coche. Luego, ya dentro del vehículo, Dean puso la radio y arrancó el motor.

Antes de llegar a la autopista miró a Jenna. Tenía las manos sobre el regazo y se mordía el labio inferior. Perdida en sus pensamientos, no había hablado desde que habían salido de la casa. Cuando la miró, se enterneció y se tensó al mismo tiempo. El deseo recorrió su cuerpo y sintió un curioso revoloteo en el estómago. Cerró brevemente los ojos mientras se prometía en silencio que iba a darle a Jenna una noche... jodidamente inolvidable.

Para tranquilizarla, le cogió la mano y le dijo:

—Vamos a un club que conozco.

Ella se esforzó por sonreír.

—Ya veo. —Hizo una pausa y luego preguntó—: ¿Y entonces por qué me has hecho ponerme el salto de cama rojo?

Él le apretó la mano.



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